El ajetreo del día a día, los viejos condicionamientos, el miedo al cambio y la
presión familiar, el desánimo por tener exceso de peso, la ansiedad que te
conduce a comer alimentos grasos, dulces o muy salados. Se convierten en

factores que interfieren en la alimentación consciente. Sin embargo, para retomar
este camino hacia lo saludable, existen algunos pasos muy sencillos para
reconectarte con la energía de lo que ingieres como por ejemplo:
 Sentir y percibir los olores, sabores y texturas de la comida que ingerimos y, de
esta forma, involucrar a los cinco sentidos en el maravilloso proceso de
alimentarnos.
 Disminuir la velocidad mientras comemos para lograr una mayor concentración,
atención y conexión con nuestro cuerpo.
 Tomar conciencia del hambre física, la saciedad y las señales de satisfacción para
decidir qué, cuándo y cuánto comer. Así reduciremos los momentos en los que
comemos por otros motivos que no sean hambre física.
Recuerda que el mayor obstáculo está en tu mente, debes entender y aceptar qué
te hace daño para poder cambiarlo, porque tu cuerpo es solo un reflejo de tus
decisiones.