Por lo general, los traumas emocionales nos mantienen vibrando de forma constante en una determinada emoción, impidiéndonos sentir con intensidad otras emociones.
El origen de estos Traumas emocionales está en la no aceptación de sucesos estresantes que vivimos, y que somos incapaces de digerir. Es habitual que aparezca cuando el individuo es testigo de un hecho vinculado al daño o la muerte de otro ser humano, cuando recibe una noticia inesperada y trágica relacionada con un ser querido, o cuando es víctima en primera persona de un episodio emocionalmente doloroso como abusos sexuales, agresiones físicas, atracos con violencia, acoso laboral o escolar, accidentes graves, etc.
El resultado es una especie de coraza o de escudo energético protector, que ponemos inconscientemente, y protege a nuestro corazón del sufrimiento que encontraríamos si viviéramos con intensidad los avatares del día a día.