No recordamos las vidas pasadas para evitar la lucha con los recuerdos, porque si recordáramos el mal que hemos hecho o el sufrimiento que hemos pasado, las personas que nos han hecho daño o a quienes hemos dañado, no podríamos vivir entre ellos hoy. En ocasiones, esas personas del pasado son parte de nuestra familia y amigos en el presente que se están reuniendo con nosotros para la reconciliación.