El merecimiento se fundamenta en la creencia de que todos los seres humanos son dignos de amor y bienestar, y que al reconocer la propia valía y conectar con la energía universal, podemos manifestar una vida plena y satisfactoria en todos los niveles.
Desde esta perspectiva, el merecimiento se nutre a través de prácticas como la meditación, la gratitud, el perdón, el amor incondicional hacia uno mismo y hacia los demás, así como la conexión con la naturaleza y el universo. Se reconoce que cada persona tiene un papel único en el mundo y que debe experimentar plenamente la alegría, la paz y la realización personal.