La forma en la que nos mostramos y lo que transmitimos a los demás, está totalmente determinada por el concepto de merecer.
 
El concepto de merecimiento se basa en la creencia de que todos los seres humanos tienen un valor intrínseco y una conexión con el universo que los hace merecedores de amor, felicidad, abundancia y bienestar en todas las áreas de sus vidas. Desde esta perspectiva, el merecimiento se entiende como la aceptación y el reconocimiento de la propia valía, así como la comprensión de que cada individuo es parte integral del tejido del universo.

Abarca aspectos físicos, mentales, emocionales y espirituales de la existencia humana. Se enfoca en la idea de que el merecimiento no está determinado por logros externos o comparaciones con otros, sino por la conexión con la fuente universal de amor y energía.
 Esto implica el desarrollo de una autoestima sólida, la práctica del autocuidado, la búsqueda del equilibrio interior y la alineación con el propósito de vida de cada individuo.